«Ser proderechos no obliga a nadie a llevar hiyab»

El colectivo feminista «Las Hijabeuses» en la marcha contra la violencia de género en París (19/11/2022). Imagen: Alliance Citoyenne

En Francia, la primera polémica sobre el hiyab surgió en 1989 con los “velos de Creil” cuando un colegio de Creil expulsó a tres alumnas. Ese caso dio pie a debates interminables en los medios de comunicación sobre el concepto de laicidad, la compatibilidad del islam con la República, la pertenencia religiosa y cultural, que desembocaron en unas medidas cada vez más intolerantes. Se pasó del “caso a caso” a la distinción entre “los signos discretos” y “los signos ostensibles”.

En 2003, la comisión Stasi, creada por Jacques Chirac, llevó a cabo un estudio en el que no tuvo en cuenta a las mujeres musulmanas. Los “especialistas” y políticos decidían sobre sus cuerpos sin ellas. Las instancias religiosas musulmanas (compuestas por hombres y creadas por la propia administración) apoyaron las medidas discriminatorias de la comisión, a cambio de mantener sus privilegios de interlocución.

Finalmente, en 2004 se aprobó la ley que prohibió “el uso de signos religiosos ostensibles en las escuelas, colegios e institutos públicos”. Además, al incluir en la ley el criterio de la intención de los alumnos, vemos claramente el riesgo de una extensión interminable de la lista de posibles signos de filiación religiosa, como pasa actualmente con las polémicas sobre el uso de faldas o vestidos anchos.

Las instancias religiosas musulmanas (compuestas por hombres y creadas por la propia administración) apoyaron las medidas discriminatorias de la comisión, a cambio de mantener sus privilegios de interlocución.

En 2011, se aprobó la ley contra el “velo integral” que provocó otra oleada de debates sobre una cuestión residual en Francia, que ya contaba con un marco legal para los casos puntuales de identificación en los espacios públicos sin necesidad de aprobar una ley que estigmatizara a los musulmanes.  

Estas leyes prohibicionistas han tenido un impacto muy negativo para las mujeres musulmanas (no solo las alumnas) y, por extensión, para todo el colectivo musulmán: islamofobia en el ámbito laboral, rechazo de que las madres acompañen al alumnado en las actividades escolares, prohibición de que las mujeres se bañen con trajes de neopreno en las piscinas municipales, expulsión y acoso en las universidades, presión para retirar el hiyab en los ayuntamientos, etc. La administración hace la vista gorda sobre los abusos, lo que provoca que se acaben normalizando. La situación ha ido empeorando hasta la culminación de la ley más islamófoba de Europa, la ley contra “el separatismo religioso”, en la que la relación causa-efecto aparece invertida. Los musulmanes están “separados” porque se los discrimina institucionalmente y esta ley refuerza la separación.

¿Qué dijeron sobre todo esto las feministas? El feminismo iustrado, universalista apoyó la ley y adoptó una lectura esencialista del hiyab: “en toda circunstancia, en todo lugar y todo momento, el hiyab oprime porque es un símbolo del patriarcado”. El feminismo inclusivo guardó un silencio incómodo, en general, menos la histórica Christine Delphy, feminista atea y materialista. Su peso como referente histórico (fue cofundadora de la revista “Nouvelles Questions Féministes” junto a Simone de Beauvoir) no fue suficiente. El apoyo a la ley por parte del feminismo prohibicionista tuvo que ver, por una parte, con su propio vacío programático, que suplió con las polémicas del hiyab como excusa para renovar una lucha trasnochada y para seguir manteniendo el monopolio discursivo; y, por otro, con su mirada paternalista-racista de las mujeres musulmanas. Todo ello, lejos de mejorar las condiciones de vida de las mujeres musulmanas, las ha empeorado. Lo que no pueden aceptar las prohibicionistas es que aún teniendo todo el aparato legislativo de su parte, las instituciones, la financiación, la enseñanza, los medios de comunicación, no consiguen doblegar la voluntad de las mujeres musulmanas de seguir llevando hiyab como acto de resistencia.  

Los musulmanes están “separados” porque se los discrimina institucionalmente y esta ley refuerza la separación.

Lo que está pasando actualmente en el Estado español, en torno al debate sobre el hiyab, tiene un aire de familia precomisión Stasi. Debemos tener en cuenta todas las cuestiones anteriores, no hacer lecturas esencialistas ni comprar los discursos neoliberales de “me lo pongo y me lo quito porque lo decido yo” y estar alerta sobre los peligros del femonacionalismo. En un contexto de discriminación y criminalización, la resistencia contra las leyes racistas es un deber. No hay libertad sin justicia.

En un contexto de discriminación y criminalización, la resistencia contra las leyes racistas es un deber.

Debemos huir de los debates teológicos y moralizantes y centrarnos en la exigencia de derechos. El hecho de defenderlos no significa que se obligue a nadie a llevar hiyab, sino que se trata de tener el control sobre nuestros cuerpos, en un entorno institucional y socialmente hostil. Y eso lo sabe (o debería saberlo) el feminismo inclusivo.  

L’Etern retorn, un astro luminoso en un cielo literario

etern-retornHay libros que una empieza y no puede terminar. Son demasiado duros, demasiado densos o demasiado insípidos. Hay libros magníficamente construidos en los que, detrás de los fuegos artificiales técnicos, no queda nada. Y hay libros como el de Asmaa Aouattah, que cuentan historias de las que no nos podemos despegar hasta que giramos la última página.

El eterno retorno es cíclico por definición. Siempre volvemos a la infancia, al hogar, al origen. Incluso la muerte es una muerte aparente. En las piedras, en la naturaleza, en las casas en las que hemos vivido hay presencia, memoria, baraka.

No se trata de testimonios antropológicos sobre la inmigración; no es la plasmación de los elementos característicos de una cultura lejana que nos permite viajar en el espacio y el tiempo, a modo de entretenimiento exótico, sino que es literatura. Al sumergirnos en la lectura profunda del libro llegamos a ese centro vital que nos une a todos los seres humanos, que hace que nos emocionemos con sus personajes. No nos hablan sobre su dolor, su nostalgia y su amor sino que los sentimos porque son nuestros. Somos lo que siente una madre desarraigada, una mujer maltratada, una niña libre, un pueblo que resiste.

L’Etern retorn es como el té marroquí. Los ingredientes narrados con maestría mezclan historias que van dándole distintos sabores.  Los cinco sentidos se activan línea tras línea: bebemos sorbos de dignidad, olemos y saboreamos complicidades entre madres e hijas, acariciamos historias narradas desde el origen de los tiempos, tocamos nuestros propios cuerpos doloridos.

Las metáforas gastronómicas que recorren el libro y la activación de los sentidos no son meros entretenimientos literarios. El sabor de una fruta, las risas de los niños jugando en las calles, las canciones que mecieron nuestra infancia, tienen una intensidad especial en las personas que emigran. Pero más allá de una lectura estereotipada sobre el recuerdo del emigrante; la música, la gastronomía y los rituales son un espacio-tiempo de confrontación entre el poder y la corporeidad: el vómito de un pueblo que tiene que expulsar de sus cuerpos el veneno de la dictadura y el miedo; la niña que se muere de hambre cuyo principal alimento es la amistad y la rebeldía; la sequía y el desarrollismo que arrasan cuerpos y formas de vida autóctonas…

Y en ese ir y venir de los recuerdos, aparece nuestra propia vida. Los secretos de familia guardados debajo de la losa del pudor, de la dignidad perdida. Las hambrunas de nuestros mayores en las guerras. La dictadura. La emigración. La resistencia de las mujeres. La islamofobia. El humor negro. La asimilación como herramienta de olvido. Y la memoria. La memoria de nuestros muertos y de los vivos. Un camino comunitario y ancestral que nos lleva inexorablemente a un eterno retorno.

Reseña de “La mujer es el futuro del Islam”

El pasado 16 de abril escribí un artículo en el que planteo la necesidad de diferenciar el feminismo islámico hegemónico de los no hegemónicos. En él recojo las principales críticas sobre el primero (el más mediático) y apuesto por unos feminismos islámicos no hegemónicos, en plural, partiendo de un conocimiento situado.

Para ilustrar la instrumentalización del feminismo islámico hegemónico, llevada a cabo por el poder político en Occidente, recojo una cita de la imama danesa Sherin Khankan, que comparte en una red social tras su paso por el Elíseo. Khankan afirma que “se necesita a un presidente sabio para apoyar el feminismo islámico y ver la religión como parte de la solución y no el problema”. Esta afirmación me lleva a reflexionar sobre la necesidad de ir más allá de la reivindicación concreta del feminismo islámico, para preguntarnos sobre el contexto en el que se produce y sobre los beneficios que Macron espera obtener con la visita de la imama.

Me parece justo aportar una visión más amplia del trabajo de Sherin Khankan, a través de esta breve reseña, más allá de la imagen reductora que podríamos habernos hecho como imama “títere” de los intereses de Occidente.

He coincidido con Sherin Khankan en algunas conferencias y encuentros internacionales. La primera vez que la vi fue en 2006, en Copenhague, donde se organizó un encuentro en torno a la polémica provocada por la publicación de las caricaturas del diario danés Jyllands-Posten. Pocos meses después volvimos a coincidir en Nueva York y en 2009, en Kuala Lumpur, en unas conferencias internacionales donde nos reunimos más de 350 mujeres musulmanas de todo el mundo para compartir nuestras experiencias como activistas. Khankan no es una improvisada imama o una advenediza sino que lleva años trabajando en pos de un feminismo islámico cuyo objetivo es desafiar a la vez al patriarcado interno y la islamofobia en Occidente.

El año pasado publicó un libro autobiográfico titulado La femme est l’avenir de l’Islam. Le combat d’une imame (“La mujer es el futuro del islam. El combate de una imama”) en el que repasa su trayectoria personal, profesional, política y activista. Fue en la mezquita Abu Nur de Damasco (donde pasará unos meses preparando su tesis), donde germinará la idea de fundar una mezquita para mujeres. Diecisiete años después logrará cumplir su sueño en Copenhague.

Se trata de un relato sensible, sincero, en el que comparte sus anhelos, las dificultades a las que se enfrenta, su experiencia vital “ecuménica” (es hija de un refugiado sirio musulmán y una finlandesa luterana), su amor por su familia y la importancia que tiene para ella la vía sufí.

Hay muchos aspectos de su trayectoria que tienen que ver con la mía: ambas vivimos en contextos de minoría musulmana, nos han atravesado los mismos debates (el islam y el terrorismo, el islam y la democracia, el islam y el feminismo), hemos sufrido la presión por parte de la opinión pública, que nos exigía posicionarnos en cada una de las polémicas vehiculadas por los medios de comunicación, alimentadas a su vez por los partidos políticos. En definitiva, se trata de un trabajo constante de equilibrista.

La autora explica que su lucha contra el patriarcado interno se inspira en las lecturas del Corán que han llevado a cabo mujeres como Amina Wadud, Kecia Ali, Shaheen Sardar Ali, Asma Lamrabet o Fátima Mernissi.  En cuanto a su lucha contra la islamofobia, afirma que el feminismo islámico es un instrumento eficaz para neutralizar los discursos islamófobos. Según Khankan, si las mujeres musulmanas son líderes y tienen sus propios espacios al margen de la jerarquía patriarcal, entonces el prejuicio sobre la mujer musulmana sumisa y oprimida caerá por su propio peso.

Aunque en muchas ocasiones su discurso es reactivo, la puesta en práctica de un proyecto como la mezquita Mariam para mujeres trasciende los debates sobre la “compatibilidad” en los que nos encerramos a menudo las musulmanas feministas en Occidente. En la mezquita Mariam las mujeres dirigen la salat, pronuncian la jutba, ofrecen cuidados espirituales islámicos, celebran matrimonios y ofician divorcios.

Además de las funciones sociales y espirituales de la mezquita Mariam, Khankan fundó unos años antes Exit Circle (Salir del Círculo), una ONG laica, abierta a musulmanas y no musulmanas, en la que se acompaña, escucha y asesora a mujeres víctimas de violencia física y/o psicológica. Esa experiencia previa le servirá para llevar a cabo unos cuidados espirituales en la mezquita, en los que se aúnan las técnicas de la terapia cognitiva con las enseñanzas islámicas.

El discurso de Khankan es digerible para el público no musulmán. Es un discurso conciliador, tranquilizador, moderno, a favor de la creación de puentes, ecuménico, que además se presenta como un instrumento para luchar contra la extrema derecha, los “islamistas radicales”, el terrorismo y el patriarcado interno.

Sin embargo, en su esfuerzo por presentar un islam “progresista” y “abierto” (lo que implica afirmar que hay otro “reaccionario” y “cerrado”), omite mencionar el papel que ha jugado y juega el capitalismo y la colonización en el refuerzo del patriarcado interno. El clasismo y el racismo tampoco aparecen como formas de opresión contra las mujeres musulmanas. Cuando habla de islamofobia, Khankan alude casi exclusivamente a los discursos de la extrema derecha. No concibe la islamofobia como una forma de racismo institucional, sistémico, que atraviesa todo el espectro político. Para la autora “la islamofobia de algunos políticos, la supremacía occidental o la ocupación de una parte del mundo musulmán […] no descalifica la totalidad del sistema”[1]. No se detiene en mostrar cómo el clasismo y la islamofobia repercuten negativamente en las vidas de las musulmanas en todos los ámbitos: laboral, educativo, legal. Solo se centra en las leyes ‘antihiyab’ pero no habla de las cuestiones relativas al asilo y la inmigración, por ejemplo.

A pesar de que afirma que la vía sufí que ella sigue trasciende los opuestos y las fracturas (abierto/cerrado, progresista/reaccionario, moderno/tradicional), la construcción de su discurso y los argumentos que utiliza para responder a la islamofobia, al “islamismo reformista”, al “islamismo radical” y al “yihadismo” acaban ahondando en esas visiones binarias que en principio quiere superar.

Khankan se identifica como feminista, sin embargo a lo largo de su relato no aparece ningún debate con las feministas laicas ni tampoco ninguna denuncia del femonacionalismo[2] ni del purple washing[3] (lavado de imagen púrpura), es decir, la instrumentalización de los derechos de las mujeres con fines racistas. No aparece tampoco ninguna crítica contra el patriarcado occidental, del que las musulmanas somos igualmente víctimas.

Una de las cuestiones centrales del libro es el concepto de imam(a). A nivel teórico Khankan recoge las diferentes acepciones: desde “guía espiritual” hasta “aquel que dirige la oración”. Para la autora “un imam es aquel que está al servicio de una comunidad”[4]. De ahí que  las imamas de la mezquita Mariam no solo dirijan la salat sino que ofrezcan otros servicios. La exigencia de legitimidad y la necesidad de demostrar que tienen una formación sólida produce como efecto la creación de una élite. Todas tienen una formación universitaria, hablan varios idiomas, lo que excluye a mujeres con otros bagajes y con una sabiduría tradicional. Se crea inevitablemente una jerarquía entre las que tienen una formación reglada y las que no, las que son de clase burguesa y las que no.

El libro de Sherin Khankan nos hace reflexionar sobre el islam en Occidente, el liderazgo femenino y las diferentes estrategias para combatir el patriarcado y la islamofobia. Se trata del testimonio sincero y comprometido de una imama, convencida de que “la mujer es el futuro del Islam”.

 

Notas

[1] Khankan, S. La femme est l’avenir de l’Islam. Le combat d’une imame. París, Stock, 2017. p. 227. La traducción es mía.

[2] Término acuñado por Sara Farris. Hace alusión a la apropiación del discurso de la igualdad de género por parte del Estado, para asentar su nacionalismo.

[3] Término acuñado por Brigitte Vasallo.

[4] Op. Cit. p. 146. La traducción es mía.

 

Reseña «La mujer es el futuro del islam», en PDF

¿El etnocentrismo es malo para las mujeres?

weallcandoitFuente: Pikara Magazine – Natalia Andújar

En un contexto convulso; en plena ebullición y transformación de los movimientos feministas, nos encontramos con interminables debates, fracturas internas y agendas encontradas, en el que el feminismo hegemónico lucha por mantener su hegemonía, utilizando parte del argumentario y de las estrategias patriarcales, desacreditando a los feminismos disidentes y presentándose como única voz autorizada.

Se trata de un feminismo dogmático, en un contexto de lucha de autoridad. Celia Amorós se erige en una de las voces autorizadas por la academia feminista para la que “el multiculturalismo radical que postulan “los feminismos de mujeres de color” estadounidenses y que tiene una influencia significativa en espacios intelectuales y políticos latinoamericanos (…) parte de una oposición entre feminismos blancos burgueses y feminismos de color. Y esta división del feminismo no deja de ofrecer problemas, porque sugiere la existencia de un feminismo que es legítimo y otro que no lo es”[1].

Es realmente cínico que sea la propia élite, esto es, aquella que mantiene un control férreo sobre la producción feminista, que tiene el monopolio de la prensa mainstream y de la academia, y que invisibiliza a los feminismos disidentes y decoloniales, la que acuse a estos últimos de establecer una distinción sobre lo que es legítimo y lo que no, dentro del feminismo.

Sorprende que gasten más energías en desacreditar a otras feministas, en decirles cómo deben vestirse, en recriminarles que no sigan su agenda interesada; en lugar de solidarizarse con sus luchas y con las discriminaciones múltiples que sufren.

El eslogan “¡solidaridad con las mujeres del tercer mundo!” no puede esconder una actitud paternalista, ni caritativa sino que se deben establecer unas relaciones solidarias y colaborativas horizontales, en las que haya reciprocidad, igualdad de trato, respeto y dignidad para todas.

Este feminismo hegemónico presenta falsos dilemas al enfrentar el feminismo y el multiculturalismo cultural; la lucha antisexista y la lucha antirracista. ¿Qué pasaría si las feministas no blancas exigieran a las blancas que renegaran de su cultura por ser machista? ¿Qué cultura deberían adoptar entonces las blancas? ¿Por qué las no blancas tendrían derecho a decirles a las blancas que imitaran su cultura? ¿Con qué autoridad podrían hacerlo? Entiéndase “blancas” y “no blancas”, no como un concepto racial sino un constructo social.

En 1999 Susan Moller Okin publicó el texto “¿El multiculturalismo es malo para las mujeres?”, en el que ponía sobre la mesa este supuesto dilema. Azizah al Hibri, filósofa y profesora musulmana le replicó con otro texto “¿El feminismo occidental patriarcal es bueno para las mujeres del tercer mundo?”[2]

La primera fuente de controversia reside en que Okin se basa en una visión del otro sobre la base de estereotipos y generalizaciones. Como afirma Al Hibri “su comprensión de otras culturas/religiones se deriva de fuentes secundarias de fuera de esas culturas/religiones. La segunda fuente de controversia reside en que la posición de Okin convierte en antagonistas a la justicia de género y a la justicia etnocultural”.[3]

Por otro lado, no se trata solamente de un tipo de feminismo instrumentalizado por parte de todo el espectro político, y en especial, de los movimientos de extrema derecha (parecería que esta instrumentalización es totalmente ajena a su voluntad y por lo tanto, sería víctima inocente de la voluntad del patriarcado imperante en la esfera política), sino que además el feminismo hegemónico trabaja de manera consciente y activa para uniformar las prioridades de la lucha feminista, pero únicamente a su imagen y semejanza.

Las luchas contra el racismo, la xenofobia, la islamofobia, la lgtofobia, el derecho de asilo y la lucha contra la pobreza, son luchas feministas porque las mujeres están atravesadas por todas esas discriminaciones e injusticias. Hay mujeres que son a la vez pobres, extranjeras, lesbianas, negras, refugiadas y musulmanas. No podemos atender únicamente a la discriminación por razón de género, sin tener en cuenta, a la vez, las discriminaciones por razón de clase, origen, sexo, raza y religión. Estas no deben ser tratadas como “simples daños colaterales”, dentro de un proyecto feminista superior. Es necesario tener en cuenta la interseccionalidad de las opresiones, ver cuáles son las conexiones que se llevan a cabo, por parte de quién, quién se beneficia de ello y cómo se dan en diferentes contextos, tanto históricos, geográficos como experienciales.

Sorprende también que defiendan una postura esencialista y no laica de las religiones en general, y del islam y las personas musulmanas, en particular. A menudo leemos afirmaciones de ciertas feministas: “el islam no es compatible con el feminismo”, “el islam no es compatible con la democracia y los derechos humanos”.

Estos planteamientos llevan una carga negativa implícita porque se presenta de entrada como una contradicción en la que el elemento negativo, el elemento que debe adaptarse es el islam; y el elemento positivo, el elemento a imitar, es el feminismo, la democracia y los derechos humanos.

Los dos conceptos se plantean desde una mirada esencialista, como si solo pudiéramos entender el islam y el feminismo o el islam y los derechos humanos, de una única manera, lo que nos llevaría efectivamente a una paradoja total.

Por lo tanto, es necesario cambiar la manera en la que formulamos las preguntas. Deberíamos preguntarnos por qué no hay democracia en muchos países de mayoría (¡y de minoría!) musulmana o por qué no se respetan los derechos humanos o aún, por qué se perpetúan las discriminaciones hacia las mujeres. Desde ahí podemos responder de manera empírica, en lugar de presentar una caricatura del islam y de validar las posturas reaccionarias y patriarcales que existen dentro del islam.

[1] Amorós, C.; Cobo, R.; Miyares, A.; Sánchez, A.; Posada, L. Interculturalidad, feminismo y educación. Madrid, Catarata, 2006. p. 27

[2] Cohen, J.; Howard, M. y Nussbaum, M. (eds.), Is multiculturalism bad for women?, Princetown University Press, 1999, págs. 41-47.

[3] Pérez, O. “Indígenas y derechos colectivos. ¿Es el multiculturalismo malo para las mujeres?” in Derechos y libertades: Revista del Instituto Bartolomé de las Casas,  Año nº 9, Nº 13, 2004, págs. 399-430

«La igualdad no puede ser factible, cuando una parte importante del feminismo se declara hostil hacia las religiones»

cita feminimo excluyenteEntrevista concedida a A. F. en el marco de un trabajo de investigación sobre musulmanas feministas en el contexto español.

¿Crees que todas las mujeres, independientemente de su cultura o clase social, constituyen un grupo con los mismos intereses? Ni mucho menos. Los intereses son diversos y pueden llegar a ser opuestos.

¿Crees que deberían luchar juntos con el fin de superar las desigualdades? Imagino que la pregunta se refiere a hombres y mujeres juntos. En ese caso mi respuesta es sí. Para apoyar el feminismo islámico, no es necesario ser mujer ni musulmán/a.

¿Te consideras una feminista? ¿Por qué? Sí, porque el patriarcado impregna nuestras vidas y es necesario deconstruirlo para erradicarlo.

¿Consideras que el feminismo islámico ya está establecido en la mente de las mujeres? De algunas mujeres sí, pero queda mucho trabajo por hacer. También para concienciar a los hombres.

¿Cómo crees que va a ser posible lograr la emancipación de la mujer? Mediante estrategias similares al feminismo global: acceso a la educación, independencia económica, deconstrucción de estereotipos, acceso a puestos de decisión, etc. Pero es necesario trabajar dentro de un marco religioso y ponernos las gafas feministas igualmente: tener autoridad religiosa, producir literatura, etc. Para poder lograrlo el feminismo global debe ser inclusivo.

¿Crees que es posible reinterpretar los textos sagrados con una visión feminista? No es que sea posible, es que ya se está haciendo. De hecho es uno de los puntos clave para la emancipación de las musulmanas.

¿Crees que las mujeres islámicas lograrán una situación de igualdad social al igual que las mujeres occidentales hicieron? ¿Cuánto tiempo crees que va a tomar hasta que lo logran? No hay que confundir musulmanas con orientales y no musulmanas con occidentales. Hay millones de musulmanas occidentales. Algunas de ellas, además de llevar a cabo una lucha feminista común, trabajan para abrir los cerrojos dentro de sus comunidades. La igualdad no puede ser factible cuando una parte importante del feminismo se declara hostil hacia las religiones y tiene una visión etnocéntrica. Los logros llegarán cuando el feminismo institucional occidental entienda que no puede actuar como una “Iglesia”, con sus dogmas excluyentes.

Ha fallecido la activista y escritora Tayyibah Taylor, fundadora de la Revista Azizah

tayibah taylor6Hace un par de días me enteré del fallecimiento de Tayyibah Taylor, una mujer extraordinaria a la que tuve el honor de conocer en 2006 en Nueva York, en la conferencia internacional WISE, que reunía a musulmanas de diferentes puntos del planeta con un objetivo común: aunar esfuerzos en el empoderamiento de las musulmanas. Unos años después volvimos a coincidir en Kuala Lumpur, en la segunda edición de esa misma conferencia, a la que se habían unido muchas mujeres más. Me impactó la firmeza de sus convicciones, a la vez que la empatía  y la dulzura que transmitía a la hora de abordar los distintos obstáculos a los que nos enfrentamos como musulmanas. Siempre impecable, de una elegancia innata, llevó a cabo una importante labor a favor de la paz y la igualdad.  En la revista Azizah, que fundó ella misma, sus compañeras le han rendido un emotivo y justo homenaje: «pionera, emprendedora, líder, activista para el encuentro interreligioso, modelo de conducta, madre, escritora, maestra, hermana y activista por la paz». Inna illahi wa inna illayhi rayiun. De Él venimos y a Él volvemos.

Tayyibah Taylor fue fundadora editora jefe de la revista Azizah, ganadora de dos Premios Eddie Folio y  New America. Tayyibah fue nombrada una de las 500 personas musulmanas más influyentes del mundo por el think tank de Oriente Medio The Royal Islamic Studies. El Huffington Post la destacó como una de las diez musulmanas americanas que deberíamos conocer. A través de la revista Azizah, proporcionó un vehículo para la voz de las estadounidenses musulmanas, un vehículo que representa sus puntos de vista y experiencias, y rompe estereotipos comúnmente aceptados. Tayyibah combinaba su pasión por la espiritualidad y los asuntos sobre las mujeres con la comunicación para promover las causas de las musulmanas.

IMG_3490-3372Tuvo distintas apariciones en la CNN y otros medios de comunicación para opinar sobre temas de actualidad y tuvo la oportunidad de visitar treinta y siete países de seis continentes. Pronunció múltiples conferencias sobre el Islam y las musulmanas, tanto a nivel nacional como internacional, incluyendo la conferencia sobre el Islam en América en la Harvard Divinity School;  la conferencia sobre el Islam y los musulmanes del siglo XIX en la Universidad Internacional Islámica de Malasia, el Diálogo belga-norteamericano musulmán, el ciclo de conferencias sobre las mujeres de la Cátedra de Sharia y Derecho de la Universidad Islámica Internacional de Islamabad, Pakistán, y el Simposio Fulbright en Perth, Australia. Tayyibah trabajó en varias iniciativas interreligiosas y viajó a Turquía, España, Marruecos, Jerusalén, Grecia y Jordania con varios grupos de judíos, cristianos y musulmanes. En la primavera de 2010, fue una de las ocho personas musulmanas que se encontraron con Su Santidad el Dalai Lama en un evento conjunto islamo-budista y fue invitada al Iftar de la Casa Blanca en agosto de 2011.

Nació en la isla de Trinidad en el Caribe pero creció en Toronto, Canadá y estudió biología y filosofía en la Universidad de Toronto. Vivió en Jeddah, Arabia Saudita durante varios años y asistió a clases en la Universidad Rey Abdul-Aziz de Estudios Árabes e Islámicos.

Tayyibah Taylor participó en la junta directiva de la Atlanta Interfaith Broadcasters, el consejo de administración del Georgia Council for International Visitors y de la junta directiva de la Faith Alliance of Metro Atlanta y el Comité de dirección de WISE, una organización que reúne a musulmanas y líderes mundiales que fomenta la participación de las musulmanas en la ley islámica y los debates contemporáneos.

Tayyibah Taylor fue amada por todos los que la conocieron y trabajaron con ella. Echaremos de menos su rostro amoroso y su actitud positiva. Que Dios tenga misericordia de su alma. Amin. Tenía cinco hijos y cinco nietos.

La janaza (funeral) tuvo lugar el pasado 6 de septiembre en la mezquita Al-Islam de Atlanta. El imam Plemon El-Amin, para quien Tayyibah «fue una mujer precursora, de la que nosotros debemos seguir su ejemplo», dirigió la congregación de la janaza, con una importante presencia de mujeres. Se puede ver íntegramente a través del siguiente enlace.

 

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La  familia de Tayyibah Taylor pronunció unas emotivas palabras y solicitó la ayuda de todos para colaborar con la Fundación Back to Basics Kids, de la que Tayyibah fue miembro ejecutivo y abogada.

El Mensajero de Allah (pyb) dijo: «no hay ningún/a musulmán/a que muera en la jornada del viernes o la noche del viernes, sin que Allah lo proteja del juicio de la tumba». Narrado por Ahmad, 6546; al-Tirmidhi, 1074.

Que Allah la haya acogido entre los y las justos/as. Despedida de las hijas e hijos de Tayyibah Taylor durante la janaza.

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Fuente: Azizah Magazine, Aishah Schwartzuseducationtv.com

Entrevista a Jaled Ibarra sobre su nuevo trabajo

jaledibarra2© Jaled Ibarra

El fotógrafo, documentalista, escritor y viajero cántabro Javier Ibarra Zorrilla, profesionalmente Jaled Ibarra, nos presenta su nuevo proyecto «Inspiración: mujeres frente a la cámara».

¿Cómo surge la idea de hacer este proyecto?

Llevo casi dos décadas de profesión con proyectos que se han desarrollado principalmente en países de África y América Latina. Desde hace tres años trabajo de forma independiente. A partir de aquí siento que empiezo de cero, vuelvo a nacer profesionalmente y se abre una etapa prolífica de autor. Tres años intensos en los que desarrollo publicaciones, novelas y documentales. Sin darme cuenta, la mayoría de temas relacionados con la mujer: Exposición “África tiene rostro de mujer”, documental “Hijas de la Esperanza”, investigación “Mujeres entre dos orillas”, exposición “Tras el velo”, documental “Patio Bonito, mujeres que ayudan a mujeres”. Miro hacia atrás y descubro que la mujer ha sido una parte sustancial en toda mi trayectoria. Quiero compartir aquellos momentos únicos.

¿Con qué dificultades te has encontrado? 

Trabajar con mujeres ha sido realmente fácil y enriquecedor.  Creo que tengo bastante desarrollado mi lado femenino que siempre lo he relacionado con la sensibilidad y creatividad. Me siento muy cómodo y no he tenido problemas por temas culturales o religiosos.

Háblanos de lo que podemos encontrar en el libro.

La inspiración creativa resume las imágenes de mi nuevo trabajo. La elección de las protagonistas ha sido estudiada meticulosamente; fotografía a fotografía, cada matiz, cada detalle y cada mirada como lo haría un poeta o un pintor con su obra. He hecho un alto en el camino con cada una de ellas dando rienda suelta a mi sensibilidad.

Durante este proceso he presenciado figuras imposibles,  gamas de colores desde el blanco inmaculado al negro absoluto, sombras y luces esculpidas de la naturaleza que juegan frente a mi cámara en paisajes de ensueño. He soñado despierto en numerosas ocasiones.

He oído la voz del muecín llamando a los fieles a la oración en Mauritania, los tambores de una aldea perdida en Malí o las risas de los niños y niñas trabajando en el campo de un pequeño poblado al norte de Uganda. Los trinos de los pájaros en un hermoso jardín de la capital colombiana, las flautas en el Amazonas brasileño o el bullicio de la fiesta en la costa del Perú. También el dolor del flamenco en mi querida Andalucía, la primavera oxigenada en los hayedos cántabros o la brisa del Mar Mediterráneo que huele a dulce romero.

Siento la angustia de la mujer saharaui que se marchita en la hamada argelina, siento el orgullo  de la niña indígena que quiere conservar sus raíces. Siento la valentía y el coraje de la que se ha alejado de su familia y de su tierra para buscar un futuro más amable. Siento la alegría de la llegada al colegio con sus compañeros varones en una aldea africana. Siento el amor por su querida ciudad después de un terremoto destructor. Lo siento porque de alguna manera todos estos sentimientos son parte de mí.

¿Por qué crees que es importante visibilizar diferentes perfiles de mujeres?

Necesito mostrar una realidad tan alejada de los estereotipos y clichés que inundan los medios de comunicación. Vivimos totalmente engañados. Mis imágenes siempre tienen un trasfondo de denuncia pero siempre mostrando dignidad y esperanza. Me aburren los discursos de nuestra sociedad en cuanto al sometimiento de la mujer en determinados países o culturas. La ignorancia es corrosiva y aquí hay gente que quiere hacer mucho daño.

En la actualidad la situación de la mujer es un arma que se utiliza para imponer ideas, crear guerras o someter a pueblos.

Explícanos una o varias historias que te hayan marcado especialmente.

Recuerdo a unas jóvenes del norte de Benín que habían sido vendidas por sus familias para casarse y pudieron escapar de sus futuros maridos. Las conocí refugiadas en un humilde centro educativo dirigido por una comunidad de religiosas. Me maravillaron la valentía de esas niñas y el trabajo de aquellas misioneras que daban una salida digna a sus vidas.

jaledibarra3© Jaled Ibarra

En España disfruté de una tarde lluviosa en las montañas de Cantabria con una mujer alemana de padre emigrante español que se enamoró de su actual marido en un viaje a la tierra de su padre. Creo que todos los anhelos de su padre por abandonar su tierra se canalizaron en ella y se transformaron en amor.

Por otro lado, conocí a una  mujer en la capital colombiana que fue capaz de transformar una situación personal  de pobreza y violencia en un proyecto de vida que se ha convertido en una de las herramientas que tiene el gobierno de la nación para luchar contra esa lacra que sacude Colombia desde hace demasiado tiempo.

¿Qué te ha aportado este libro personalmente?

Una gran experiencia que me convierte por un momento en mensajero de una realidad que no es la mía, que es de ellas.

¿Por qué has apostado por el micromecenazgo?

La autoedición  se ha convertido en casi la única vía para poder desarrollar nuevas creaciones con total independencia. El contacto personal a través de este sistema es muy interesante. La persona que compra un libro pasa a ser parte de este proyecto.

He utilizado la web de Verkami porque he visto proyectos de mucha calidad que han acabado con éxito. Tengo cuarenta días para conseguir la financiación.

El presupuesto se destinará exclusivamente a la producción del libro en el diseño, maquetación e impresión pues el trabajo fotográfico y de redacción está finalizado.

¿Qué otros proyectos tienes en mente?

Afortunadamente son muchos los proyectos que tengo en la bandeja de salida. Si soy capaz de sacar la mitad me doy con un canto en los dientes. El próximo otoño expongo en Bogotá “Tras el velo” un proyecto que nace en África para mostrar la lucha de las mujeres africanas en distintos países en el ámbito de los Derechos Humanos. Una lucha silenciosa y oculta que parece no tener cabida en los medios de información.

Ya estoy preparando otro proyecto con el sistema de micromecenzago para mostrar una comunidad de afrodescendientes en el Pacífico colombiano que se han unido para gestionar su territorio y protegerlo de los proyectos agresivos de minería ilegal y destrucción de la selva.

jaledibarra1© Jaled Ibarra

En España, me gustaría trabajar con la realidad de las musulmanas presentando diferentes perfiles para romper de una vez  con los estereotipos negativos que día tras día se quiere vincular con el islam.

Muchas gracias, Jaled. Te deseo mucha suerte en todos tus proyectos.

Las mujeres en el Corán y en la tradición

my soulDesde este blog nos unimos a las conmemoraciones del X aniversario de la muerte de la gran estudiosa del sufismo, Annemarie Schimmel, reproduciendo un texto suyo sobre el papel de las mujeres en el Corán y la tradición, correspondiente al tercer capítulo de su libro Meine Seele ist eine frau: das Weibliche im Islam, publicado en 1995, del que existen traducciones en inglés y francés pero no en castellano. Este libro nos permite volver a descubrir el verdadero estatuto de las mujeres en el islam. En esta obra, Annemarie Schimmel nos presenta otra cara de la civilización musulmana, visibilizando a grandes figuras femeninas, como Fátima, la hija menor del Profeta (pb), Shawana, la asceta cuyos llantos eran inconsolables o aun Laila, de la que Madjnun estaba locamente enamorado. Nos muestra cómo, a través de una nueva mirada sobre el Corán, los tratados filosóficos y poéticos, y resucitando las tradiciones sufíes, las mujeres pueden ser compañeras del hombre y de Dios, plenamente,  ya que también han sido auténticas místicas.

El Corán habla varias veces de las “devotas y creyentes mujeres”, mu’minat, muslimat, que son mencionadas junto a los devotos y creyentes hombres en la misma aspiración, y con las mismas obligaciones religiosas que ellos. Sólo aparece una forma negativa; es en la Sura 111 donde se menciona brevemente a la mujer de Abu Lahab, del enemigo mortal de Muhammad, la “portadora de leña”, quien lleva al cuello una banda trenzada de fibras y simboliza el modelo para la condena del no-creyente.

La posición de la mujer fue claramente mejorada en comparación a las condiciones de la Arabia preislámica; podía mantener y administrar los bienes que traía o que adquiría en el matrimonio, podía también heredar – cosa que no era posible anteriormente. El permiso de tener cuatro esposas legítimas (Sura 4:3) se explicará más tarde como concesión a las cuatro naturalezas o temperamentos; aunque la poligamia hace tiempo que no está tan extendida como se cree. La disposición en el mencionado lugar del Corán, de que las mujeres deben ser tratadas correctamente, ha llevado a muchos modernistas a postular por la monogamia como ideal a aspirar, pues aun cuando cada mujer reciba la misma parte en bienes materiales – ¿cómo podría el hombre ofrecer a todas los mismos sentimientos? El permiso de castigar a la esposa por la continua desobediencia, se suavizará con las palabras del Profeta, que aconseja el trato amoroso a las mujeres: “El mejor entre vosotros es aquel, que es el mejor para su mujer”.

La relación entre los esposos, a menudo omitida o por lo menos mal interpretada, es aclarada en la Sura 2:187: “Sois una túnica para ellas, y ellas son una túnica para vosotros”, pues en la Tradición religiosa es la túnica el “alter ego” de los hombres, el objeto que señala una relación próxima.

Sólo una mujer es nombrada en el Corán con su nombre propio. Es María, la virgen madre de Jesús, altamente honrada en el Islam. Ella es, como menciona una Tradición, la primera que entrará en el Paraíso. La delgada palmera cargaba dátiles dulces para ella, y cuando se agarraba en sus dolores de parto, su hijo recién nacido daba prueba de su pureza (Sura 19:24, 30-33). Ella es la silenciosa y abnegada alma que testifican extensos estudios. Sin embargo, aparecen una serie de formas femeninas en el Corán provistas de nombres, descubiertas por intérpretes posteriores o por la religiosidad popular, y sus historias se llenarán de colorido. Así sirven de ejemplo como se ve claramente en las enseñanzas de la “joya del Paraíso” Thanawis, donde cada mujer del Corán se representa con palabras ejemplares como modelo a la joven lectora. La primera mujer es naturalmente Eva, Hawwa, la leyenda basada en la costilla de Adán. Goethe ha reproducido un Hadith relativo a este tema en versos:

¡Trata a las mujeres con benevolencia!

De una costilla curva fue creada,

Dios no pudo hacerla del todo derecha.

Quieres doblarla, se rompe.

La dejas como es, se curvará aun más;

¡Oh, buen Adán! ¿qué es entonces peor?

Trata a las mujeres con benevolencia;

No es bueno que se os rompa una costilla.

En el Corán no hay ningún indicio de que Eva sea responsable del pecado y con ello haya traído al mundo el pecado original, pues el Islam no conoce la enseñanza de la herencia de este pecado. Pero en las “Historias de los Profetas”, siempre adornadas detalladamente por los predicadores populares y los narradores llenos de fantasía, tiene Eva un importante lugar. Su belleza se describe en brillantes colores:

“Ella era tan grande y bella como Adán, tenía 700 trenzas adornadas con crisolitos y perfumadas con almizcle…. su piel era suave como la de Adán y más pura de color, y su voz más bella que la de él”.

La Tradición sabe también, que Dios habló a Adán:

“Yo he reunido para ti mi Gracia en mi sierva Eva, y no
hay ninguna Gracia, ¡oh, Adán! que sea mejor que la de una piadosa esposa”.

La boda de la primera pareja se cuenta en las leyendas con todos los detalles que hacen a una boda terrenal tan festiva; así esparcen los ángeles monedas del Paraíso sobre la pareja. Sin embargo cuando ella es conducida al jardín por la serpiente que llevaba en el pico el pavo real, comió de los diminutos frutos prohibidos (casi siempre representados por maíz) y volaron sus vestidos. En este lugar se sitúa, en los relatos tradicionales, el énfasis de la imprudencia de Eva. Descripciones dramáticas permiten a Eva interrogar a Dios, dónde se encuentra su culpa y cuál es su castigo, y Dios contesta:

“Yo te hago deficiente en pensamientos y religión y en la capacidad de depositar y heredar testimonio”.

Estas son las palabras encontradas en los reglamentos del Corán ( dos mujeres tienen que dar testimonio en lugar de un hombre Sura 2:282, las hijas heredan menos que los hijos Sura 4:11), así como el siguiente castigo divino: “Encerrada serás por toda tu vida”, conclusión a la que se ha llegado en el transcurso del tiempo tras una interpretación desviada. Según Kisa’i, la mujer tampoco debe, como le fue dicho a Eva: “no debe participar de lo mejor en la vida, la oración colectiva del viernes” (aun cuando esto no se deduce del Corán ni de prácticas anteriores) y no debe saludar (para lo cual tampoco hay ninguna sanción en el Corán). Sus castigos son la menstruación y el embarazo, y “nunca debe ser una mujer un Profeta o un Sabio”. Esto indica cuantas ideas hoy en día extendidas no provienen de las palabras del Corán, sino de las interpretaciones populares llenas de fantasía.

Eva se arrepintió de su transgresión y fue perdonada. Pero tras la expulsión del Paraíso Adán y Eva fueron separados, y como saben las leyendas, se encontraron de nuevo después de mucho tiempo en las proximidades de Meca, donde Gabriel enseñó a Adán los ritos de la peregrinación mientras se encontraba en la loma de Safa y Eva en la loma de Marwa, de cuyos nombres, según la fantasía de los exégetas, deriva el nombre de mar’a “hembra”, y ambos se reconocieron, ta’arafa, en la planicie de ‘Arafat.

Con la peregrinación se relaciona también a la segunda mujer de Abraham, Hagar; siete veces corrió entre Marwa y Safa de un lado al otro, buscando agua para su sediente hijito Isma’il, hasta que la fuente Zamzam empezó a brotar – éste es el motivo de que los peregrinos caminen siete veces entre estas lomas ( hoy están unidas por un soportal).

En la tradición popular aparece también la hija del tirano Nimrud, quien lanzó a Abraham a un montón de leña ardiendo; el relato afirma que esta muchacha -impresionada por la fe de Abraham- se tiró también al fuego y, así como él, salió ilesa.

La creyente esposa del Faraón, quien salvó al pequeño Moisés, es llamada Asiya por los comentaristas; se la acepta como el modelo de la mujer creyente, porque adoptó y protegió al futuro profeta a pesar de las disposiciones de su marido y de este modo se la hizo partícipe del Paraíso. Sí, en ciertos círculos se la considera la “mujer perfecta” y supera en belleza -junto con María, Jadiya y Fátima- a las vírgenes del Paraíso.

Otra forma de mujeres aparecen en el Corán. La reina de Saba llamada en las tradiciones Bilqis. Como nos cuenta la Sura 27, fue descubierta por la abubilla -hudhud- y siguió la llamada del rey y profeta Salomón, para aceptar la verdadera creencia y convertirse en su esposa. Bilqis, la adoradora del sol, quien envió tres adivinanzas a Salomón, el cual naturalmente descifró fácilmente, fue tan engañada por el brillo del suelo de cristal de su palacio que se arremangó su falda y se pudieron ver sus piernas (Sura 27:43), así se comprobó que la hija de un príncipe de los yinnes y una mujer humana estaba normalmente formada. Y por medio de un mago mandó Salomón traer a su propio palacio el trono de ella, la maravilla mas grande que deseaba su corazón.

Bilqis aparece a menudo en la literatura más tardía como ejemplo de una princesa inteligente y rica; por eso se la cita con agrado en las poesías panegíricas. Así ensalza el poeta persa Khaqani (m. 1199) tanto a la esposa como a la hermana de su mecenas, del Shirwanshah, como a Bilqis (también a menudo utiliza comparaciones con las grandes mujeres de la historia, sea Maryam, la mística Rabi’a, o la reina Zubaida; sí, la damas ensalzadas por él le parecen mejores y más fuertes que los hombres).

También en “Tardshuman al-ashwaq”, la mística poesía amorosa del gran teósofo místico Ibn ‘Arabi (m. 1240) muestra la corte de los amantes tan esplendorosa, “que Bilqis olvidaría su trono” (Nº XXVI 3), y las bellas mujeres se describen como:

Pavos reales con miradas mortales y sobresaliente poder – se podría pensar, cada uno de ellos sería una Bilqis en su trono de perlas (II 2).

Y, como el mismo Ibn ‘Arabi interpreta: “Él llama a la sabiduría divina ‘Bilqis’, pues ella es la hija de la ‘Teoría’, la que es sutil, y de la ‘Práctica’, la que es burda, así como Bilqis también fue espíritu y mujer, pues su padre pertenecía a los yinnes y su madre era un ser humano”.

Para Yami (m.1492) ella es la sabia princesa, cuyo juicio equilibrado sobre las buenas y malas mujeres y su suave crítica al verso antifemenino de Firdausi, muestra su sabiduría. (Su alegre sabiduría ha sido representada con mayor belleza en la literatura europea en los relatos de Rudyard Kipling “The Butterfly that stamped”).

El trono de Bilqis y las alusiones a la poderosa princesa aparecen con frecuencia en la lírica y panegírica del mundo islámico, y no pocas veces es representada la inteligente princesa en la pintura miniaturista, sea en su trono o bien en el momento en que la abubilla deja caer su carta en el campamento de Salomón. Con todo parece asombroso que el amor entre el fabuloso Salomón al que le hablan los pájaros y la princesa yemení no ha sido elaborado en Persia, como otras muchas tradiciones, como un poema romántico. De este modo la historia coránica ofrece la base para una maravillosa alegoría del poder espiritual de la princesa inspirada por Dios y el amor de la mujer no-creyente, que a través de sus palabras encuentra la fe – pero a lo mejor le falta al poeta el elemento trágico, el cual es un importante ingrediente del resto de los poemas persas y turcos. Según mis conocimientos sólo Rumi ha interpretado el tema en su total profundidad. Cuenta en el ‘Mathnawi’ (M IV, 465ff.) cómo Bilqis mandó oro a Salomón, cómo él le envió de vuelta su ejército, y cómo entonces ella se puso en camino, y en su recorrido diariamente se va alejando cada vez más del mundo y se convierte en amante:

Cuando Bilqis partió con alma y corazón,

echaba de menos los tiempos pasados.

Se desprendió de su reino y su riqueza,

igual que los amantes olvidan la gloria y el honor.

La delicadas muchachas y los elegantes muchachos

le parecían a ella como podridas cebollas

y sus jardines, palacios y manantiales

como montones de cenizas ante los ojos enamorados.

Pues cuando el amor domina a alguien,

parece lo más querido algo horrendo.

Esmeraldas parecen puerros – la pasión del amor

sabe que: “Ningún Dios más que Él” – ¡sólo Él!

¡Oh, protector!, “Ningún Dios más que Él” – ¡esto te muestra

la clara luna igual a una vasija negra!

En esta transformación se parece Bilqis un poco a Zulaika conocida en el Antiguo Testamento como la mujer de Potifars y en las tradiciones islámicas se convierte en la mujer poseída por el amor, quien hace todo para llegar a su amado Yusuf -encarnación de la belleza- y a quien desea apasionadamente:

El amor es como un océano,

sobre el cual el cielo es sólo espuma,

agitada como Zulaika en su amor por Yusuf.

Así canta Rumi, el mejor intérprete de esta historia.

La Sura 12 del Corán, que en su propio texto se describe como “la más bella historia”, relata sobre la vida de Yusuf la separación de su padre Jakob y la traición de sus hermanos; cuenta cómo lo echan a un foso y después lo venden en Egipto, cómo se enamora la mujer del señor al que sirve y, a causa de esta pasión censurada por todos, ella invita a sus amigas; cuando entra Yusuf, lo miran todas tan extasiadas que ella, en vez de cortar los cítricos que allí estaban, se cortó en los dedos sin sentir dolor alguno. Continúa el papel de Yusuf en la prisión, se cita su interpretación de los sueños y su alta posición alcanzada que le permite, durante la época de hambre en Canaán, venderle cereales a sus hermanos. Finalmente Jakob, que había quedado ciego llorando por su hijo desaparecido, sana al olor de la camisa de Yusuf.

Más tarde, el desarrollo literario de este relato coránico, sacará algunas escenas para desarrollarlas, y de una forma menos importante llega Zulaika a convertirse en figura central.

Naturalmente los comentaristas del Corán han aprovechado el tema con cariño, y sobre todo los místicos, como ‘Abdullah-i-ansari de Herat (m. 1089) y Maibudhi inspirado por él, dedicó a la historia de Yusuf largas y profundas representaciones. El tema debió de ser conocido por los poetas iraníes desde muy temprano, aun cuando el temprano poema de Firdausi (m. 1020) ‘Yusuf y Zulaika’ hoy no se reconozca como su obra, por mucho que los estudiosos del siglo XIX se hayan preocupado por demostrar su autenticidad.

Ya a finales del primer milenio había escrito Abu ‘l-Mu’ayyad al-Balkhi, como indica Ethé, una poema sobre la famosa pareja del Corán, y en el transcurso de los siglos continuaron numerosos trabajos épicos de la materia, sobre todo en el mundo islámico oriental; Shaukat Bukhari, Am’aq Bukhari, Nazim-i Harawi, Ruknuddin Harawi, son nombrados en la lista de Ethé, y en el subcontinente indio los poetas trataron el tema con pasión, después que Yami de Herat le diera su forma clásica, la cual ya en 1824 fue presentada en traducción alemana por Vinzenz von Rosenzweig-Schwannau. Mir Ma’sum Nami, el historiador y calígrafo de Sind, quien trabajó en la corte de Akbar, es sólo uno de los muchos que han trabajado el tema en versos persas; también fueron escritas obras en prosa en el ámbito indo-persa, y en todas las versiones fue extensamente descrito la el final feliz de la boda de Yusuf con Zulaika. Existe una versión del poema en la lengua de Cachemira, y en bengalí escribió ya en el siglo XVI Muhammad Saghir (m. 1501) su ‘Yusuf Jalikha’. En la literatura Dakhni-urdú de las cortes del sur de la India aparecen en el siglo XVII varias ampliaciones poéticas de la historia como la de Malik Khushnud, el poeta de la corte Muhammad ‘Adilshah de Bidshapur. En el poema de Hashim a finales del siglo XVII Zulaika habla rekhti, el dilecto típico del urdú para las mujeres, y un poeta de Gudsharat, Mir ‘ali Amin “vistió a Zulaika con el traje de dama respetable”, como escribió un crítico.

El número, en los años posteriores, de las versiones poéticas del motivo de Yusuf y Zulaika en el ámbito oriental no se puede calcular. Naturalmente se trabajó el tema también en la Turquía otomana, donde Hamdi (m. 1503), el hijo del dirigente místico Aq Shamsuddin, el confidente religioso del sultán Mehmet el Conquistador, quien creó uno de los más conmovedores trabajos, en el cual la ‘acusada Zulaika’ es de una belleza enternecedora:

Desde el día del Sí, la siembra del dolor

disminuye el amor,

me dejó crecer – con el agua ahogada de dolor,

El amor.

Cuando el dolor haya trillado mis espigas,

en un momento el viento ha regalado la cosecha al amor.

Desde que mi corazón se familiarizó con la

aflicción por el Amigo,

los queridos amigos han alejado de mi el amor.

Tampoco la salud me ofrece ningún saludo más, desde que

con la mano de la censura me da la bienvenida el amor.

No quedan señales del sueño en mis ojos, los llenan el agua:

No sé, a dónde al final me dirige el amor.

Ciertos temas de la historia de Yusuf y Zulaika se citan y modifican una y otra vez tanto en los poemas como también en otras numerosas alusiones en la lírica.

Un primer tema es la subasta en la cual el bello esclavo debía ser vendido; cuando todo el mundo presiona para rogar por él, aparece una mujer pobre y anciana e intenta adquirirlo; ella personifica el noble pilar, el que es digno de elogio, aun cuando no alcance su meta.

Para seducir a Yusuf, Zulaika recurre a todas las posibilidades; manda decorar un palacio con cuadros sensuales para que Yusuf, mire hacia donde mire, siempre verá a ambos en un disfrute del amor. La más exhaustiva descripción de esta escena proviene, como era de esperar, del poema de Yamis; más de 400 años antes, una de las princesas de la casa Ghaznawid, según los informes en dicho lugar donde vivía Yamis -Herat-, mandó pintar para el sultán Mas’ud con imágenes sensuales un palacio para el placer- se tiene casi la sensación, que el recuerdo de un palacio así ha debido de seguir viviendo de alguna manera inconsciente en Herat. La descripción de Yamis ha inspirado naturalmente al miniaturista del siglo XVI: el tortuoso palacio, por cuyas difíciles y empinadas escaleras intenta huir el bello Yusuf, está representado varias veces. En dichas pinturas aparece Zulaika como mujer atractiva en túnica roja (rojo era por norma la túnica nupcial, pero puede también señalar en general el ardiente amor), mientras que Yusuf a menudo es representado en el ropaje verde de los santos, profetas y en general de los habitantes del Paraíso.

Un aspecto interesante de la escena de seducción es el comportamiento de Zulaika hacia la imagen de los ídolos, que ella – aun perteneciente a la falsa religión- tenía en su habitación; la descuelga para que no la puedan observar en su intento de seducción. Esta escena debe ser muy antigua, pues el escritor místico Huywiri (m. aprox. 1071) escribe en su obra:

Todas las personas deberían aprender de Zulaika cómo debe ser el comportamiento, cuando se contempla el objeto de su adoración; pues cuando ella estaba a solas con Yusuf y le suplicaba que le concediera sus deseos, cubrió primero el cuadro de los ídolos para que estos no pudieran ver su falta de comportamiento decente.

Yami describe la misma escena, y alude a ella en otro poema, ‘Subhat al-abrar’ (S. 526); y así como se avergüenza ante un cuadro, Yusuf le explica que él se avergüenza ante Dios, el que todo lo ve, y la abandona con prisa.

Yami retoma el tema del cuadro de los ídolos también al final de su gran poema, cuando la envejecida Zulaika ya duda que Yusuf alguna vez la escuche. Entonces destroza la estatua, que no le ha ayudado – y después que se ha apartado de los “Idolos”- encuentra milagrosamente por fin, con la ayuda del verdadero Dios, su propósito de unirse con su amado.

Este es un buen camino para convertirse a la verdadera fe, pero un místico anterior, Yusuf ibn Husain ar-Razi (m. 916) lo ve con más profundidad:

Mientras que Zulaika adoraba a Yusuf, cada día estaba más hundida. Cuando abandonó su adoración, le devolvió Dios juventud y belleza. Cuando el amante avanza, el amado retrocede, pero cuando el amante está satisfecho sólo con el amor, entonces se acerca el amado.

Así se convierte Zulaika en la mujer espiritual que pasa su vida en dura penitencia y en interminable anhelo:

Si tú no eres Zulaika y no eres molida en el molino del amor, entonces no hables tantas insensateces de Yusuf de Canaán.

Advierte Sana’i, el poeta místico de Ghazna (m. 1131); pues sólo quien conoce el dolor por Yusuf tiene el derecho de hablar de amor. Los poetas saben que “el amor de Zulaika rompe los velos de la inocencia”, como menciona Hafiz, y ella se convertirá en el símbolo para todos los que sufren en su anhelo insatisfecho: se convierte en la valiente y fuerte heroína, que por el deseo del amor se atreve a todo:

La gente miraba siempre la túnica desgarrada de Yusuf – ¿pero quién veía el desgarrado y destrozado corazón de Zulaika? pregunta Azad Bilgrami a mediados del siglo XVIII en la India. Una belleza así envejece de pena y se sienta desesperada al borde del camino para echarle un vistazo a Yusuf. Pero él no quiere saber nada de ella, como cuenta ‘Attar en su ‘Musibatnama’:

Cuando Jacob quiso visitar a su hijo,

vino de Canaán hasta Egipto,

los egipcios decoraron todo el país

desde un extremo al otro,

y cuando Zulaika escuchó esta noticia,

se arrojó al suelo fuera de sí.

Se puso un velo en la cabeza

y se se sentó humildemente en el suelo del camino.

Ahora tenía que pasar Yusuf por allí;

vio a la triste, la afectada.

Él iba en el caballo, en su mano el látigo,

pegó a la mujer, la enferma de amor, poseída.

Un suspiro salió de lo más profundo del corazón,

cuyo calor prendió el látigo en llamas,

y cuando el fuego se hizo más fuerte,

dejó Yusuf, miserablemente, caer su látigo.

Zulaika habló: “¡Oh, tú con la verdadera fe! –

¡Todo esto no te sirve! ¡No lo puedes llevar contigo!

Me ha brotado el fuego del corazón,

¿y no puedes sostenerlo en tu mano?

Desde hace años me ha llenado este fuego –

¡y no lo puedes mantener ni un momento!

Tú eres el primer creyente – ¡yo una mujer!

¿Muestra esto entonces tu lealtad hacia mí?

Así como Jacob, también Zulaika se quedará ciega de tanto llorar y espera sólo el olor de la presencia de Yusuf. Huywiri dice:

Ya que Zulaika debido al gran amor hacia Yusuf estaba dispuesta a morir, no le fueron abiertos los ojos, hasta que no estuvo unida a él.

Lo único de lo que vive, es de pensar en él: ella piensa solo en su nombre, como el alma siempre sólo debe pensar en el Amado divino. Así ocurrió, lo que señala Ibn ‘Arabi en la ‘Futuhat al-makkiyya’ (II 375):

Se cuenta que, Zulaika fue alcanzada por una flecha. Cuando goteó la sangre en la tierra, escribió en muchas partes “Yusuf, Yusuf”, porque este nombre siempre lo había repetido constantemente, y fluía como sangre en sus venas.

Ya se escuchó de un antiguo sufi que su sangre había escrito tras un accidente la palabra “Allah” en el polvo. Ibn ‘Arabi utiliza la historia de Zulaika como explicación, para contar cómo la sangre del mártir Hallay también escribió eln nombre de Dios.

Sin embargo después del tiempo de la añoranza y la desesperación, Zulaika será recompensada por su inamovible lealtad. “Tener paciencia como Zulaika”, enseña Sana’i a sus lectores y trata este tema a menudo, pues sabe, que la cercanía del amado tiene energía rejuvenecedora:

Cuando a consecuencia del dolor por el avance del alma y la debilidad del cuerpo te conviertas en viejo y desgastado, rejuvenece como Zulaika tu alma en la búsqueda del Amigo.

‘Attar en las siguientes generaciones de poetas místicos, dibuja este rejuvenecimiento de forma dramática en una escena conmovedora de su ‘Ilahinama’.

Un día vio el puro Yusuf

a Zulaika sentada en el borde del camino.

El mundo estaba cubierto a sus ojos,

su ojo humano estaba cubierto.

Golpeada con la enfermedad y la pobreza,

de cien maneras soportadas por ella,

con cada soplo lleno de cien preocupaciones-

sólo Yusuf regía su pensamiento y su pena.

Sentada en el camino, esperanzada, llena de fe,

con un soplo del polvo del camino.

¿No puede ser que ella, de su camino,

coja algo de polvo y se lo eche encima?

“¡Por Dios!” dijo Yusuf cuando la vio,

“¿Qué quieres con esa desagradable muestra?

¿Por qué no lo tiras? ¡Sólo trae

a tus amigos vergüenza en este país!”

Enseguida se acercó Gabriel con la palabra de Dios:

“¡No la retiro del borde del camino,

pues lleva un mundo lleno de amor

para aquellos que yo amo, que me son próximos!

Porque es consecuente en tu amor –

¡y por tu culpa amo a los pobres!

¿Quién te dice que debe morir la rosa,

los amigos del Amigo deben deteriorarse rápidamente?

Decenas de años le dí de desesperación –

y por tu causa la vuelvo ahora joven.

¿Si dio su alma sólo para ti,

puedo mortificarla? ¡A ti te la quiero dar!

Porque a nuestro Yusuf tanto ha amado –

¿quién sería, quien lleno de odio le dé la muerte?

Perdió su luz en los ojos de tanto anhelo –

¡por su amor testifican sus lágrimas!

Su testimonio lo lleva la amante consigo –

su resplandor se renueva y se supera diariamente”.

Así se convierte Zulaika, la amante, en la personificación del alma humana, de la nafs, que como el Corán dice en la Sura de Yusuf, “es incitada al mal, ammara bi ‘s-su”, pero con continua lucha interior, purificado por el sufrimiento y finalmente como “alma en paz”, puede regresar con su señor. El olor de la camisa de Yusuf la conmueve, deja ver la belleza; pues el olor trae noticias del amado, es el aliento del compasivo, y la proximidad del amado rejuvenece de nuevo a la mujer envejecida por la pena. Yami y los poetas que siguieron su modelo describen con detalle la boda de la pareja finalmente, pues Zulaika, confiada primeramente a un marido impotente, es aun virgen, y ahora desgarra el querido Yusuf la camisa de la inocente novia, como una vez desgarró ella su camisa.- Esto no tiene mucho que ver con la forma profunda y mística de esta historia, la cual es una completa ilustración del inmortal juego de la belleza y el amor, como Yami, en su poética introducción a su poema, tan acertadamente ha descrito.

Nafisa hija del Imam Jafar as-Sadiq

En los primeros tiempos de la comunidad musulmana, había mujeres que hicieron el llamado a la oración, y también había mujeres que dirigían la oración ritual, no sólo para las mujeres sino también para los hombres. En particular, Umm Waraqa bint Abdullah, quien fue entrenada por el propio Muhummad, actuó como líder de oración para la tribu entera.

Nafisa, que era conocida como la «joya del conocimiento» y «la madre de los desamparados», fue la bisnieta de Hasan, hijo de Fátima y el imam Ali. Nafisa estaba casada con Ishaq y era la hija del Imam Yafar as-Sadiq. Tenía fama de conocer el Corán y los comentarios de memoria y era tan versada en el conocimiento religioso que incluso su gran contemporáneo, el Imam al-Shafi, solía ir a escuchar sus discursos y entablar conversaciones con ella, el grado de respeto hacia ella por la erudición de esta santa mujer y por su santidad también, puede juzgarse por el hecho de que él solía rezar con ella las oraciones especiales por el Ramadán. Cuando Al-Shafi cayó enfermo, le envió a Nafisa unas palabras con un mensajero pidiendo sus oraciones y tan pronto como el mensajero regresó, éste encontró a Al-Shafi recuperado de su dolencia. Cuando le llegó su enfermedad fatal, de nuevo envió a su mensajero a Nafisa pero esta vez ella le dijo al mensajero que volviera atrás y que le dijera a Al-Shafi que «Dios lo había bendecido con el placer de ver a su noble rostro»… Al-Shafi sabía que su hora había llegado para su preparación final. Hizo su última voluntad y testamento, pidiendo que Nafisa realizara las oraciones funerarias por él cuando muriera. Cuando el Imam murió, su cuerpo tuvo que ser llevado a su casa porque ella estaba tan débil, debido a su constante ayuno y la adoración, que no podía salir de su casa…

CAPITULO COMPLETO (en inglés)

«The Jewel of Knolwledge»